viernes, 2 de diciembre de 2011


UNA BREVE SEMBLANZA

El templo de San José de Gracia fue consagrado en noviembre de 1661, como parte del conjunto conventual de Santa María de Gracia, cuyo fundador fue el Dr. D. Fernando Villegas, rector de la universidad en ese tiempo; desde entonces y hasta 1867 tanto el templo como el convento estuvieron en uso ininterrumpido al servicio de la Comunión Católico Romana.[1]






Con el triunfo de la República en 1867, el gobierno del Licenciado Benito Juárez, en virtud de la confiscación de los bienes del clero  que estaban sirviendo para fomentar la guerra civil, dispuso del convento para cuartel, quedando cerrado y el templo quedó enteramente vacío.

Uno ó dos años más tarde, el Pbro. Enrique C. Riley vino a México invitado por el Sr. J. del Río, hermano del Secretario del Comité Episcopal de la “Iglesia Católica Nacional” iniciada por el ex presbítero de la Iglesia Católica Romana, Manuel Aguilar quien vino en conexión con la Unión Cristiana de los Estados Unidos, el Pbro. Riley compró al gobierno el templo en la cantidad de cuatro mil pesos.

Pocos meses después de la venta se abrió el templo cambiando de aspecto para servir al culto público de la IGLESIA DE JESÚS, fundada por los padres constitucionalistas, que deseaban una Iglesia Católica Nacional. Nadie esperaba  una concurrencia tan selecta al templo de los herejes, como dieron en llamarlos.
En 1872, el templo fue hipotecado por el Pbro. Riley en ocho mil pesos y rescatado por la Iglesia Americana, quien en 1875 celebró un pacto con la Mexicana.  Finalmente, en 1888 fue vendido por el mismo Riley  al Sr. Jacot en dieciséis mil pesos, pero  la célebre Señora María Josefina Hooker le dio a ganar mil pesos al Sr. Jacot, logrando así salvar el templo para la Iglesia. A fin de asegurarlo, la Sra. Hooker hizo la cesión del templo a la Junta Misionera y con ello pasó a ser propiedad de la Iglesia Episcopal Americana.

Un dato  interesante es que en tiempos del Sr. Pbro. Henry Forrester, el templo fue erigido en Catedral con el nombre de SAN PEDRO, no se sabe con certeza durante cuánto tiempo, ya que así  aparece en los boletines de septiembre de 1909 y abril de 1910.[2]

La relación oficial entre la Iglesia de Jesús y la Iglesia Episcopal de los Estados Unidos se dio hasta 1904. En ese entonces fungía como Catedral el Templo de Christ Church, habiendo tenido dos obispos, el Rt. Rev. Henry D. Aves (1904-1926) y el Rt. Rev. Frank W. Creighton (1926–1934).  Fue hasta enero de 1933, con la instalación del primer Obispo Mexicano, el Ilmo. Efraín Salinas y Velasco, que el templo de San José de Gracia quedó constituido como Catedral de la Iglesia Episcopal Mexicana, papel que ha desempeñado hasta nuestros días.

Ya como Catedral este templo ha sido testigo de diversos y magnos acontecimientos en el devenir de esta iglesia; como cuando retumbó aquella célebre frase “Roma ha Huído”, proclamada por el Pbro. Manuel Aguas en 1871;  también  han sido consagrados después del Obispo Salinas, el Ilmo. José G. Saucedo, el 14 de enero de 1958; los Obispos Sufragáneos,  Ilmo. Melchor Saucedo y el Ilmo. Leonardo Romero, el 1 de marzo de 1964; los Obispos Sufragáneos, Ilmo. Roberto Martínez e Ilmo. Claro Huerta en 1980; el Ilmo. Sergio Carranza Gómez como obispo de la Diócesis de México el 20 de agosto de 1989.

      CONSAGRACIÓN DE LOS OBISPOS SUFRAGANEOS
 
 


Otro momento trascendental fue la instalación del Ilmo. José G. Saucedo como Primer Obispo Primado ahora de la Iglesia Anglicana de México, quedando constituida como una provincia autónoma más de la Comunión Anglicana. Tras la muerte del  Obispo Saucedo fue instalado el 3 de mayo de 1998, el Ilmo. Samuel Espinoza V. como segundo Obispo Primado.



[1] “Folleto “Un Símbolo que debe perdurar”, Comité de Reconstrucción, Catedral de San José de Gracia
[2] Boletín LA IGLESIA EN MEXICO, Vol.III, Núm.9, septiembre de 1909