El templo de San José de Gracia
fue consagrado en noviembre de 1661, como parte del conjunto conventual de
Santa María de Gracia, cuyo fundador fue el Dr. D. Fernando Villegas, rector de
la universidad en ese tiempo; desde entonces y hasta 1867 tanto el templo como
el convento estuvieron en uso ininterrumpido al servicio de la Comunión
Católico Romana.[1]
Con el triunfo de la República
en 1867, el gobierno del Licenciado Benito Juárez, en virtud de la confiscación
de los bienes del clero que estaban
sirviendo para fomentar la guerra civil, dispuso del convento para cuartel,
quedando cerrado y el templo quedó enteramente vacío.
Uno ó dos años más tarde, el
Pbro. Enrique C. Riley vino a México invitado por el Sr. J. del Río, hermano
del Secretario del Comité Episcopal de la “Iglesia Católica Nacional” iniciada
por el ex presbítero de la Iglesia Católica Romana, Manuel Aguilar quien vino
en conexión con la Unión Cristiana de los Estados Unidos, el Pbro. Riley compró
al gobierno el templo en la cantidad de cuatro mil pesos.
Pocos meses después de la venta
se abrió el templo cambiando de aspecto para servir al culto público de la
IGLESIA DE JESÚS, fundada por los padres constitucionalistas, que deseaban una
Iglesia Católica Nacional. Nadie esperaba
una concurrencia tan selecta al templo de los herejes, como dieron en
llamarlos.
En 1872, el templo fue
hipotecado por el Pbro. Riley en ocho mil pesos y rescatado por la Iglesia
Americana, quien en 1875 celebró un pacto con la Mexicana. Finalmente, en 1888 fue vendido por el mismo
Riley al Sr. Jacot en dieciséis mil
pesos, pero la célebre Señora María
Josefina Hooker le dio a ganar mil pesos al Sr. Jacot, logrando así salvar el
templo para la Iglesia. A fin de asegurarlo, la Sra. Hooker hizo la cesión del
templo a la Junta Misionera y con ello pasó a ser propiedad de la Iglesia
Episcopal Americana.
Un dato interesante es que en tiempos del Sr. Pbro.
Henry Forrester, el templo fue erigido en Catedral con el nombre de SAN PEDRO,
no se sabe con certeza durante cuánto tiempo, ya que así aparece en los boletines de septiembre de
1909 y abril de 1910.[2]
La relación oficial entre la
Iglesia de Jesús y la Iglesia Episcopal de los Estados Unidos se dio hasta
1904. En ese entonces fungía como Catedral el Templo de Christ Church, habiendo
tenido dos obispos, el Rt. Rev. Henry D. Aves (1904-1926) y el Rt. Rev. Frank W.
Creighton (1926–1934). Fue hasta enero de 1933, con la instalación del primer
Obispo Mexicano, el Ilmo. Efraín Salinas y Velasco, que el templo de San José
de Gracia quedó constituido como Catedral de la Iglesia Episcopal Mexicana,
papel que ha desempeñado hasta nuestros días.
Ya
como Catedral este templo ha sido testigo de diversos y magnos acontecimientos
en el devenir de esta iglesia; como cuando retumbó aquella célebre frase “Roma
ha Huído”, proclamada por el Pbro. Manuel Aguas en 1871; también
han sido consagrados después del Obispo Salinas, el Ilmo. José G.
Saucedo, el 14 de enero de 1958; los Obispos Sufragáneos, Ilmo. Melchor Saucedo y el Ilmo. Leonardo
Romero, el 1 de marzo de 1964; los Obispos Sufragáneos, Ilmo. Roberto Martínez
e Ilmo. Claro Huerta en 1980; el Ilmo. Sergio Carranza Gómez como obispo de la
Diócesis de México el 20 de agosto de 1989.
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Otro
momento trascendental fue la instalación del Ilmo. José G. Saucedo como Primer
Obispo Primado ahora de la Iglesia Anglicana de México, quedando constituida
como una provincia autónoma más de la Comunión Anglicana. Tras la muerte
del Obispo Saucedo fue instalado el 3 de
mayo de 1998, el Ilmo. Samuel Espinoza V. como segundo Obispo Primado.
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