En Navidad celebramos que Dios se hizo ser humano. Que Dios re-unió otra vez a la humanidad con Él.
En Navidad celebramos que Dios nos amó, se acercó tan íntimamente a nosotros que se hizo uno de nosotros.
Ya convertido en uno de nosotros, en ser humano, nos enseñó nuestra realidad. Y estando él en nuestra propia realidad nos mostró cómo es y es posible la vida junto a Él.
Una la vida en la que Dios encarnado en Jesús llamo Reino de Dios, o en otras palabras podríamos decir que nos enseño clara y sencillamente como es vivir en el reino del amor, el perdón, de la dignidad para todos y cada uno de los seres humanos sin distinción. Nos enseño como es vivir en el reino de la esperanza y la confianza en que Dios con su infinito amor siempre provee.
Con este acercamiento íntimo que asumió hasta las últimas consecuencias al hacerse ser humano, Dios nos mostro que nuestra humanidad es digna de la presencia Dios. Al tomar nuestra naturaleza tomo todo espiritual y lo material, si, tomo hasta lo material, de todos nosotros, de ti y de mí y nos honro traspasándonos con su presencia y con su perfecto amor. Con este acto indeciblemente hermoso Dios nos lleno de Él, nos hizo dignos, perdonados, limpios, hermosos y divinos, porque doto al ser humano de la divinidad al asumir nuestra naturaleza y hacerse como uno de nosotros.
Que esta Navidad y fin de año sean la ocasión para que te permitas aceptar la dignidad y renovación que Dios te otorgó al hacerse ser humano como tú y todos los demás.
Que está navidad sea la ocasión para que dejes atrás la culpa y la falta de auto-perdón pues Dios en Cristo te ha hecho limpio y perdonado.
Ahora es el momento para que sueltes el dolor sin esperanza que te hace víctima, pues Dios está ahora contigo y te alumbrará el camino.
Hoy es el momento para que dejes atrás tu inseguridad pues ahora estás lleno del amor de Dios y eso te hace digno y más capacitado que con cualquier virtud humana, porque de la presencia de Dios en tu vida es que nacerán todas las virtudes necesarias y personalizadas para enfrentarte al mundo.
Es ahora el tiempo para entregar en manos de Dios el rencor que no has podido superar, pues la presencia de Dios en tu humanidad puede sanar tu herida.
Es esta navidad el tiempo de confiar en que Dios con su amor perfecto nos proveerá de todo lo que necesitamos material y espiritualmente, y de dejar de creer que nuestro bien depende de la conducta de ciertas personas, de determinados procedimientos de vida, de tener ciertas cosas o de ingerir ciertas sustancias.
Hoy es el día de darnos cuenta que Dios nos ha penetrado indudablemente con su presencia y que nuestro bien tiene que ver con dejar que Él fluya a través de nosotros y con saber permitirnos ver la presencia de Dios en los demás y en todas las circunstancias. Pues Dios le ha restituido la dignidad a cada ser humano. A cada uno de nosotros. Pues Dios sigue re-uniendose incansablemente con el mundo cada que alguien se permite aceptar la dignidad y la nueva vida que Él trajo con su encarnación, que Él trajo con su navidad.
Escrito por Imelda Béjar
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