Aunque desde el primer contacto entre España y el Nuevo Mundo ya había influencia de la Reforma religiosa continental, la Reforma religiosa en México se vio limitada por la instauración de la Inquisición; así pues, la formalización de la misma tuvo que esperar hasta el siglo XIX con la organización del movimiento reformista mexicano en lo que ahora se llama Iglesia Anglicana de México, la iglesia católica mexicana heredera de la mejor tradición del catolicismo en México.
Así, en los antecedentes históricos de la Iglesia Anglicana de México se halla, junto a los principios de la reforma religiosa inglesa, el erasmismo en su expresión mexicana y el utopismo de Moro. Ese erasmismo que llegó con la primera misión franciscana y se insertó en la religión institucional con Zumárraga, pero que es aparentemente escaso en el catolicismo romano de hoy aún con Ruíz, Vera, Lona, las comunidades de base y otras experiencias autogestivas herederas directas de Hidalgo (influenciado por ideas de la reforma inglesa), Teresa de Mier (quien predicara en templos anglicanos), Quiroga, y De Las Casas.
Esta tradición liberal del catolicismo en México, sin embargo, se mantuvo viva de manera que, bien entrado el siglo XIX, hubo quienes optaron por abandonar las estructuras visibles de un catolicismo romano conservador expresadas en la Iglesia Católica Romana, pero desde luego sin abandonar el catolicismo. Es entonces que la semilla de la Reforma en México se manifiesta y se concreta en la Iglesia Anglicana de México.
En 1875, buscando el Episcopado en Sucesión Apostólica, que formaliza el valor católico de una comunidad de creyentes, la Iglesia Anglicana de México firmó un convenio con la Iglesia Episcopal de los Estados Unidos de América, en el que la Iglesia estadounidense se comprometió a proveer a la iglesia mexicana de un obispo visitador. Años después, la Conferencia de Lambeth de obispos anglicanos de 1897 reconoció el esfuerzo de formar una iglesia católica, basada en los principios anglicanos, pero manteniendo su propia autonomía.
En 1875, buscando el Episcopado en Sucesión Apostólica, que formaliza el valor católico de una comunidad de creyentes, la Iglesia Anglicana de México firmó un convenio con la Iglesia Episcopal de los Estados Unidos de América, en el que la Iglesia estadounidense se comprometió a proveer a la iglesia mexicana de un obispo visitador. Años después, la Conferencia de Lambeth de obispos anglicanos de 1897 reconoció el esfuerzo de formar una iglesia católica, basada en los principios anglicanos, pero manteniendo su propia autonomía.
En 1906, después de la formación del Distrito Misionero de México de la Iglesia Episcopal y con la venida del Sínodo Nacional de la iglesia mexicana, ésta devino a ser canónicamente parte de la Iglesia estadounidense. Finalmente en 1995, esta Iglesia readquirió su calidad de Iglesia autónoma, ahora dentro de la Comunión Anglicana como provincia de la misma, adoptando el nombre de "Iglesia Anglicana de México". De su relación con el anglicanismo, la Iglesia Anglicana de México recibió una teología y liturgia ya maduras con raíces en el cristianismo histórico.
En 1993, la Diócesis de México firmó un "Comunicado ecuménico" en el que las iglesias firmantes confiesan "la misma fe en Dios Uno y Trino: Padre, Hijo y Espíritu Santo; en Nuestro Señor Jesucristo, verdadero Dios y Hombre, Redentor de toda la humanidad por su muerte y resurrección". De igual manera afirman que "cada una de nuestras iglesias reconoce la validez del Sacramento del santo bautismo de las demás que abajo suscriben y aceptan la invitación de Jesucristo a vivir fraternalmente en honestidad, justicia y verdad. Por estas y por muchas otras razones nos reconocemos mutuamente como verdaderas Iglesias". Por la Iglesia Católico-Romana firmó el Arzobispo Primado Ernesto Corripio A.; por el Sínodo Luterano de México, el Revdo Jaziel E. Lopez; y por la Iglesia Ortodoxa Antioquena, su obispo para México, Centro América y el Caribe, Antonio Chedraoui.
La Catedral de San José de Gracia, construida en 1661, es el edificio más antiguo en Latinoamérica donde se dirigen servicios anglicanos. El Revdmo. Efraín Salinas y Velasco, IV obispo diocesano, consagrado en 1931, fue el primer obispo anglicano mexicano.
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